Paredes que hablan
- Miranda B.
- 28 sept 2020
- 5 Min. de lectura

#QuédateEnCasa es tal vez el hastag que marcará esta pandémica época en la historia de la humanidad. Pensamos que sería fácil pero, también han surgido incomodidades que no pensábamos que nos iban a afectar tanto. Realizando una breve búsqueda en Google Escolar, aproximadamente 539 artículos científicos que incluyen las palabras “cuarentena y salud mental” han sido publicados a la fecha, durante este año. Como humanidad, estos periodos de aislamiento nos han hecho conscientes de muchas cosas, entre esas, nuestra fragilidad ante el cambio.
Personalmente, y sé que no seré la única, entre los mayores retos que he enfrentado es la resignificación de espacios. Es decir, acostumbrarme a la idea de que el hogar, mi sitio de descanso, debía ser también un espacio productivo, dada la virtualidad del trabajo y el estudio. Partiendo de ese sentimiento y de la imposibilidad de pasar horas en la biblioteca de la universidad, donde sí me concentro, surgió la cuestión de cómo el diseño de mi entorno influye en la efectividad para completar los deberes.
De esta forma, dí con la Neuro-estética que estudia, entre otras cosas, las raíces neurobiológicas en la percepción de belleza en el arte y la arquitectura, y por lo tanto, su relación con el comportamiento humano (1). Como por ejemplo: si su oficina le parece linda y cómoda por la buena elección de muebles y amplias ventanas, esto debe estar relacionado con la productividad en su vida laboral, en comparación con alguien que no se sienta a gusto en su lugar de trabajo. Como si fuera poco, las personas promedio pasamos cerca del 90% de nuestra vida dentro de un edificio (2), por lo que estos deben tener influencia en la disposición que tenemos frente a la rutina diaria.
Hay que tener en cuenta que un espacio siempre le va a estar dando información, que le llega por medio de estímulos, captados gracias a los órganos de los sentidos (3,4). Sonidos, texturas, olores entre otros, contribuyen a que entienda en qué lugar se encuentra. Ahora, según cómo le esté hablando el recinto, usted decide si le abruma, porque recibe muchos estímulos al tiempo; si le aburre, porque el espacio es muy simple; o en el caso más exitoso, el sitio le da sensación de confort y le causa interés, activa su instinto explorador. De esta forma, dependiendo del mensaje, sabrá si se quiere quedar, porque siente atracción, o si prefiere irse a un lugar mejor.
A partir de esto, el equipo de Alex Coburn, de la Universidad de Pennsylvania, en 2017 publicó un artículo titulado “Buildings, Beauty, and the Brain: A Neuroscience of Architectural Experience” (Edificios, belleza y el cerebro: la neurociencia de la experiencia arquitectónica). En este, se hace una exhaustiva revisión de la historia de la arquitectura, experimentos científicos y teorías del diseño. El estudio concluye con que la experiencia humana en un lugar está mediada por sus sentidos, la información del contexto que tenga del sitio, y las memorias que este le evoquen o se construyan ahí. A esto le denominaron: La triada estética (5).
En el artículo es clara la relación entre la preferencia a determinados sitios con la historia evolutiva del Homo sapiens sapiens. Según Appleton, en 1975, el ser humano prefiere los sitios en donde pueda tener refugio para alimentarse y reproducirse sin ninguna amenaza y, al mismo tiempo, donde pueda controlar el espacio para salvaguardar a los integrantes de su comunidad (6). Ahora, relacionándolo con los órganos de los sentidos, la vista juega un papel muy importante en la elección de un “refugio” y es el primer ingrediente en la triada de Coburn y compañía.
Citan el experimento realizado por el equipo de investigación de Vartanian en el 2015. Por medio de un fMRI (resonancia magnética funcional), se evidencia mayor activación en las zonas visuales y las relacionadas con el comportamiento exploratorio, como son el precúneo izquierdo y el giro frontal medio, al presentarle a los participantes imágenes de espacios amplios y techos altos. Tales locaciones parecieron ser más agradables que aquellas que eran pequeñas y con reducida iluminación (7,5). Los sitios abiertos y con luz, permiten esa sensación de control sobre el ambiente, aparte de ser agradables como refugio.
Por otro lado, el segundo aspecto de la triada, es el conocimiento y sentido que se le da a un sitio. Esto hace referencia a que las experiencias, memorias y el contexto tienen influencia en cómo usted se relaciona con el espacio. De hecho, estar en un sitio familiar activa las mismas partes de su cerebro que actúan cuando usted se enamora o come algo que le gusta mucho: el sistema de recompensa. De la misma forma hay actividad en el hipocampo, en donde se almacenan recuerdos y la información que tenga del sitio (8). La familiaridad, el valor cultural e incluso la libertad que usted tenga para adaptar las características de la locación, como por ejemplo abrir ventanas o bloquear el paso de luz exterior, tendrá gran influencia en su apreciación del lugar.
Por último, el tercer aspecto, la evaluación emocional contempla la sensibilidad que usted tenga para juzgar algo como “bonito”. De esto depende su conocimiento previo y la sensación causada, es decir, no solo es “instintiva” la categoría que le otorgue a un sitio. En cuanto a sensaciones, curiosamente, según estudios, los lugares con estructuras curvilíneas suelen agradar más que aquellos conformados sólo por formas rectas. En contraste, los sitios encerrados y oscuros, como un sótano, activan el córtex del cíngulo anterior que está conectado con la amígdala, es decir, las mismas estructuras que cuando usted siente miedo. Incluso, se han registrado picos de producción de cortisol, la hormona del estrés (9). De ahí a que las películas de terror utilicen escenarios así para pegarle un buen susto. A esto agréguele sus conocimientos sobre lo que considera “buen gusto” para decorar y ahí lo tiene: un criterio frente a qué tanto le agrada el área donde se encuentra.
La revisión de este tema me hizo pensar que tal vez la insistencia de mi mamá con el Feng-Shui y el orden, no solo era una excusa para disciplinarme cuando era pequeña y para cambiar las materas de lugar. Puede que prácticas como éstas, tengan su razón de ser para que el hogar tenga armonía estética. Probablemente los arquitectos y diseñadores puedan encontrar en la base de la neuro-estética una inspiración para hacer que los edificios funcionen mejor para el ser humano: hospitales con espacios terapéuticos donde los pacientes se recuperen más pronto, colegios cuyas aulas favorezcan a la concentración, talleres de arte que inspiran procesos creativos, casas de descanso donde nuestros abuelos se sientan acogidos, entre otros proyectos. Por ahora, lo que usted podría hacer es no subestimar el hogar en donde pasará más tiempo de lo previsto, dadas las restricciones de la cuarentena. Podría jugar con los recursos que tiene a su disposición para asegurarse que el diálogo con sus paredes sea armónico y tenga días más amables.
Nota:
Todos los artículos redactados en el presente blog, tienen el único fin de informar haciendo uso de las bases teóricas e investigaciones hechas en el área científica. La información dispuesta aquí, nunca debe ser tomada como un diagnóstico oficial. Si llega a presentar dudas e inquietudes sobre su salud mental consulte a su profesional de confianza.
Redacción: Miranda B. Bióloga
Publicado el lunes 28 de Septiembre-2020 Bogotá-Colombia
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