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Viendo el mundo arder (versión El Pantanal)

  • Foto del escritor: Miranda Bejarano Salazar
    Miranda Bejarano Salazar
  • 20 sept 2020
  • 3 Min. de lectura

Visita la publicación original en Columnas La ChontaDuro aquí


El cielo imperceptible, el ambiente seco y angustiante, los miles de árboles imposibilitados de migrar a otra zona siendo consumidos por las llamas. Ver el mundo arder se traduce de la manera más gráfica con las imágenes del incendio forestal en uno de los más grandes humedales del mundo, el Pantanal. Incendios monumentales de los cuales no seríamos testigos sino fuera por esta era de la información que todo lo cuenta.


El Pantanal con sus más de 20 millones de hectáreas, comparte territorio entre Bolivia, Brasil y Paraguay. Representa el 3% de los humedales del mundo y es el hogar de 4.700 especies. También, en lo que va de este año, es un ecosistema que se ha visto víctima de múltiples incendios que ya han consumido el 15% del humedal. El fondo mundial para la naturaleza (WWF) asegura en su más reciente reporte que 150.000km de la porción perteneciente a Brasil, ha sido reducida a cenizas a lo que se le suman las sequías más grandes vistas en los últimos 47 años.

Las principales amenazas son las actividades humanas de ganadería y agricultura no sostenible, además de la influencia de los incendios y la deforestación en el Amazonas que ha implicado que este año el volumen de lluvias disminuyera en un 40%, según la Corporación Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa). La sequía, el descenso en el porcentaje de pluviosidad y las actividades humanas sin ninguna regulación provocan el escenario perfecto para dar paso a los incendios incontrolables.


En primeros auxilios se enseña que el triángulo de fuego consta de oxígeno, calor y un combustible, si alguno de estos tres falta, un incendio no puede ser posible. Para una calamidad ambiental, el triángulo podría estar conformado por la intransigencia gubernamental, el interés económico por encima del ecosistémico y la resignación de los habitantes para cambiar este tipo de situaciones. La falta de impunidad y las leyes que hacen de la vista gorda, no han judicializado o procesado responsables por estos incendios. Me temo que este triángulo es tan común en El Pantanal como lo es en el resto del mundo.


La WWF asegura que las personas son la causa de un 75 % de los incendios forestales a nivel mundial, el restante se debe al clima. El cambio climático ha sido un agravante para controlar el fuego en zonas como Australia. De esta forma podría decirse que aún si el fuego se inicia de forma espontánea, indirectamente las actividades humanas son la razón de la proliferación de estos desastres ambientales. 3.000 animales fueron afectados por los incendios en Australia y actualmente hay incendios en el Amazonas que se suman a los más de 200 que han amenazado este territorio. Situaciones tan normalizadas por los habitantes de zonas aledañas como la misa de los domingos.

Mientras los gobiernos se ponen al día para hacer cumplir las leyes ambientales, nosotros también deberíamos preguntarnos: ¿Qué estamos haciendo para contribuir a este escenario? El cambio climático y nuestros hábitos de consumo es algo de lo que todos somos responsables, es el punto de partida para que las temporadas de verano sean más calurosas y el incentivo de las industrias en la quema de bosques nativos para la utilización de los suelos. Es claro que la mayoría de las acciones de gran impacto dependen de las políticas gubernamentales, pero que esto sea una excusa facilista para descargar la responsabilidad de lo que nos compete.


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