Hay uno de nosotros que no es como los otros
- Miranda Bejarano Salazar
- 8 ago 2021
- 3 Min. de lectura
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Para llenar el espacio del lento inicio del día, en las mañanas, solemos prender el radio y dejar que las voces del programa matutino llenen los espacios de nuestra casa. El día de hoy, narraban eventos inauditos en los que los dueños de carros se enteraban que su auto estaba siendo usado por parte del valet parking para menesteres más allá de parquear el móvil. En medio de todas las risas noté que se nombraba la nacionalidad del empleado del parqueadero en cuestión, no era relevante, pero no era colombiano. Una tras otra vez, en la radio, las noticias, los comunicados de la alcaldía, los comentarios del taxista y hasta del tendero se hace mella en la nacionalidad de algún individuo no colombiano por el motivo que sea. Desde algo tan normal como que sea el compañero de trabajo, hasta algo más escandaloso como un hurto.
El destacar la nacionalidad de un individuo, señalar su vestimenta, poner en duda el género que ha elegido o nombrarlo por su color de piel, hace parte de un pliego de comentarios dentro del discurso de una persona en su día a día. Estas “fobias” con su respectivo prefijo: homo, xeno, trans, gordo, aporo y demás ejemplos de la interminable lista, apuntan siempre al rechazo de alguien que resulta disruptivo en la noción de lo “normal” y cuya presencia suscita alguna amenaza al “fitness” de la especie humana. Se dice que son fobias, porque son miedos propios, conflictos no resueltos, reflejados en otras personas y enfatizados por el entorno social.
La cotidianidad de nuestras actitudes fóbicas normalizadas no habla del real problema estructural que, fuera de comentarios inapropiados, representan un verdadero obstáculo para aquellas personas segregadas. Sin ánimo de hacer proselitismo, el comentario realizado por el locutor de la emisora mañanera, me hizo cuestionarme si realmente hay una base biológica que de razón de un comportamiento social tan, a grandes rasgos, carente de sentido común.
Entre tantas formas de segregación el racismo encontró en la ciencia una herramienta para su justificación durante muchos años hasta ahora. La idea de una población (caucásica) superior al resto (indígenas, afro, latinos, asiáticos) surgió desde la época de la colonización que, por obvios motivos, fue impuesta. Científicos de este siglo develan por medio de estudios moleculares que esta noción de “raza” no es más que una construcción social. A pesar de que tenemos características distintas, la diferenciación racial es una pobre aproximación a la verdadera diversidad genética y ancestría evolutiva del ser humano. Incluso, en la actualidad, tenemos una tendencia a la homogeneidad puesto que nuestros ancestros comunes en África, exhibian mayores diferencias al prototipo planteado de Homo sapiens tal y como lo recopila Eleanor Scerri en New Scientist: “Origin of our species: Why humans were once so much more diverse”.
El cerebro responde del mismo modo al dolor físico que al sentimiento de rechazo. Si es verdad que estamos tendiendo a parecernos más entre nosotros, no puedo imaginar las futuras excusas que tendrán las generaciones venideras para dar cabida a la segregación. La riqueza genética en una especie es lo que ha llevado a la supervivencia de la misma frente al azaroso juego de la selección natural. Tengo fe en que la empatía en sinergia con la ciencia, logre mediar entre la cultura. la vida digna e indolora de rechazos y la diversidad genética.
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