Permacultura: semilla de esperanza.
- Miranda Bejarano Salazar
- 24 ene 2021
- 3 Min. de lectura
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“Las semillas son la mayor cantidad de concentración de energía en una mínima concentración de materia” con esto, Jimena Hurtado, educadora y miembro del Proceso Campesino y Popular La Vega, sintetiza de forma magistral una de las que considero la más admirable creación de la naturaleza: La semilla. Esa noble y pequeña cápsula de vida que contiene toda la información para la creación de una planta y que, gracias a ella, la humanidad le debe la mayor parte de su desarrollo y progreso.
La seguridad alimentaria, hoy en día, es uno de los principales aspectos en los que se basan las agendas gubernamentales. Es esencial proveer de alimentos a las naciones. Para dar abasto, la ciencia ha visto en la alteración genética un camino rápido y eficiente en la producción, a gran escala y en menor tiempo, de alimentos cultivados. Las semillas, debían ser más que perfectas para sacar de ellas la mayor utilidad aún si eso conlleva la creación de monopolios, patentes, privatización y la contaminación de ecosistemas aledaños debido a los complementos que exige la modificación de su genética.
Tan solo lo muy esencial, para vivir sin batallar ...mamá naturaleza guardaba una solución un poco más efectiva y menos traumática. Los transgénicos entraron pisando fuerte en la competencia de la producción vs las plagas y los ciclos naturales, cuando era mucho más fácil buscar la cooperación entre los elementos presentes en los campos de cultivo. Fundada por Bill Mollison y David Holmgren en 1978; la permacultura, nace para darse a la tarea de entablar ese diálogo entre los seres humanos, plantas y animales. Su finalidad es satisfacer en plenitud las necesidades de cada uno, lo que podría sonar como una tarea titánica pero no es tan difícil como parece.
Más que un sistema de alta producción agrícola, la permacultura propone una reconexión entre los seres humanos y los alimentos. Este modelo exige la participación activa de las personas en la formulación creativa de alternativas de consumo, vivienda y aprovechamiento de desechos. Además integra la ciencia, las tradiciones, la agroecología y la bioconstrucción. Basando todos estos aspectos en tres principios: el cuidado de la tierra, el cuidado de las personas y la reinversión de los excedentes de tiempo, materiales y dinero en los dos primeros aspectos para generar un ciclo solidario.
Colombia, debido a la variedad climática y ecosistémica que le ofrece la cordillera de los Andes, es un país cuya industria agropecuaria es un sector de gran diversidad y productividad. En lo que va del año, su producción constituye el 27% de las exportaciones según el DANE y el 100% de los productos exportados se obtienen en sistemas de monocultivos con agroquímicos industriales. La contaminación ambiental por esta manera de cultivar se suma a que la población campesina es de las más vulnerables en el conflicto armado y subestimada por los habitantes de las grandes metrópolis.
La permacultura está ofreciendo una nueva oportunidad para honrar a nuestros indígenas y campesinos, sus tradiciones y saberes además de incentivar la apropiación del territorio y su cuidado. Proyectos como cursos universitarios de agroecología, ecoaldeas y huertas comunitarias, han plantado, en varias poblaciones de nuestro país, semillas sanas e ideas de una producción de alimentos más justa. Ojalá algún día sean más las personas migrando al campo y menos los campesinos desplazados en la ciudad.
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