La Neurótica
- Miranda B.
- 3 sept 2020
- 3 Min. de lectura

Imagine que se encuentra en una casa de campo con su familia, el ambiente es agradable, no faltan las risas y una que otra cerveza. En medio de todo, su mamá le pide que le sirva un vaso de limonada para refrescarse. Así que para atenderla, usted va a la cocina. Mientras sirve la limonada, ve algo correr a gran velocidad por uno de los rincones del lugar. Inmediatamente se olvida de la limonada y entre la curiosidad y el miedo, se acerca al sitio donde le pareció ver tal fenómeno, para dar con la sorpresa de que ¡es un ratón! Su corazón le da un vuelco y pega ¡tal grito! que hasta se escucha en el pueblo. Luego, siente cómo su pulso se dispara, su respiración se acelera, su cuerpo tiembla y, sin embargo, usted está completamente inmóvil ante la presencia del pequeño roedor, quien también inerte, lo mira desde la esquina de su cocina. Finalmente, se arma de valor y con una escoba espanta al ratón que corre despavorido hacia la puerta más cercana.
Tal vez no sea consciente de esto, pero gracias a años de evolución, su cerebro se las ha arreglado para mantenerlo vivo ante situaciones que interpreta como amenazantes. Lo que pasó con el ratón, por ejemplo, es una respuesta de “defensa o huida” -que suena más chévere en inglés “flight or fight”-. El cuerpo, en cuestión de segundos, debe elegir si escapar o atacar (1). En este caso, el ratón habrá pensado que se encuentra ante un depredador y a usted… tal vez le sorprendió contar con animales en la cocina. Por lo tanto, ambos estaban pasando por un momento altamente estresante.
Tanto el roedor como el humano, son mamíferos, así que tuvieron reacciones parecidas en las zonas cerebrales que se activaron y en el comportamiento. Primero experimentan un periodo de parálisis en dónde están muy alerta del entorno. Lo más natural es tratar de huir y si no es posible, atacar (2). Tras evaluar la situación, usted armado con su escoba, decide atacar. Mientras que el ratón, por su parte, decide que lo mejor es escapar.
Mientras tanto, a nivel anatómico, la amígdala (no, no la de la garganta, la cerebral), recibe toda la información visual y auditiva del ambiente. Tal información se la comunica al hipotálamo, que ante situaciones de emergencia, rompe el vidrio y activa el sistema simpático. Palabras más palabras menos, activa el sistema que genera una serie de movimientos involuntarios necesarios para garantizar la supervivencia y lograr escapar. Tal sistema hace que le lata rápido el corazón, las pupilas se dilaten, su respiración se acelere, secrete adrenalina en su riñón, se produzca más glucosa en su hígado (necesaria para tener energía) e inhiba la actividad digestiva (3). Todo esto pasa en cuestión de segundos y usted ¡ni lo nota!
Si la amenaza continúa, la glándula pituitaria mantiene niveles elevados de una hormona llamada cortisol, necesaria para que el efecto del sistema simpático dure un poco más. Tal hormona cae en picada una vez el ambiente da la seguridad de estar a salvo, dando paso a que el sistema parasimpático se active para que usted se relaje (4).
Lo más curioso del caso, es que se ha visto que la presión laboral, las dificultades familiares, los trancones de Bogotá y demás situaciones aversivas, pueden activar este mecanismo de defensa de manera crónica, generando problemas de salud tanto física (hipertensión) como psicológica (puede ser la causa de ansiedad, depresión y adicciones) (3) . Es que, si se pone a ver, “instintivamente” usted quiere defenderse de situaciones que le incomodan y así estas no sean tan inmediatas como es el caso del ratón, el cerebro las interpreta como potencialmente peligrosas. A largo plazo, la activación de estos mecanismos de defensa, terminan siendo perjudiciales para su salud.
Toda su vida ha estado viviendo a la merced de las decisiones de su cerebro, que, como vimos, le ha salvado la vida más de una vez. Saber de él, su anatomía y funcionamiento, podría servirle para entender sus reacciones bajo determinadas situaciones, para ser consciente del impacto de sus acciones en el buen funcionamiento de este e incluso para generar un pensamiento crítico sobre la influencia del ambiente en las decisiones que toma.
Enigmas, tabúes, historias, curiosidades, descubrimientos y los últimos estudios serán relatados por La Neurótica. Nos aseguraremos de que cuente con la mejor información en el campo de las neurociencias para que conozca un poco más sobre el intrigante universo que está dentro de su cabeza.
Nota:
Todos los artículos redactados en el presente blog, tienen el único fin de informar haciendo uso de las bases teóricas e investigaciones hechas en el área científica. La información dispuesta aquí, nunca debe ser tomada como un diagnóstico oficial. Si llega a presentar dudas e inquietudes sobre su salud mental consulte a su profesional de confianza.
Redacción: Miranda B. Bióloga
Publicado el lunes 7 de Septiembre-2020 Bogotá-Colombia
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